LUXURY SPAIN

Ocho añadas míticas

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14/11/2011

Estas botellas representan las mejores vendimias de Rioja de los últimos 50 años, calificadas como excelentes por el Consejo Regulador. Ésta es la crónica de un descorche histórico.

1. Añada 2004: Agotado (16 puntos); 2. Añada 1982: 115 € (17,5 puntos); 3. Añada 1958: Agotado (16 puntos); 4. Añada 1964: 610 € (17 puntos); 5. Alada 2005: 36 € (18 puntos); 6. Añada 1994: 32 € (16,5 puntos); 7. Añada 2001: 50 € (16 puntos); 8. Añada 1995: 110 € (18,5 puntos).

 El tiempo pasa, pero expertos y aficionados siguen afectados de riojitis, una dolencia muy extendida cuyo síntoma más evidente es aquel por el que el infectado se acerca a la barra del bar y pide «un rioja» en lugar de «un vino». Como si no concibiera cualquier otro tinto que no fuera riojano. En todo caso, no es una afección dolorosa. Más bien al contrario: puede resultar beneficiosa para el paladar. Incluso aquellos que estamos vacunados contra los excesos aduladores tenemos que reconocer que los de esa región son los tintos más elegantes de España, caracterizados por la clase, potencia y finura de aromas que, en un delicado juego de contrapesos, da lugar a la más anhelada de las virtudes de un caldo: el equilibrio.
Hace unas semanas, unos pocos afortunados pudimos refrendar esa gran virtud. La ocasión fue -hay que decirlo- inmejorable: una comida convocada por la notable enoteca Lavinia y el Consejo Regulador de Rioja, en la que se sucedieron hasta ocho vinos de marcas consagradas, procedentes de otras tantas cosechas calificadas como excelentes y que destacaron en los últimos 50 años.
La botella de Marqués de Riscal cosecha de 1958 se abrió con unas tenazas al rojo vivo y no con un sacacorchos, tal como mandan los cánones.
Para esta cita, Lavinia adecuó su remozado Espacio Gastronómico y el chef de la casa, el francés Ángel García, preparó un menú concebido para armonizar con estos monumentos. Toda una fiesta para los sentidos que comenzó incluso antes, en el aperitivo, con el único blanco de la reunión, aunque fuera de programa: Viña Tondonia Gran Reserva 1993, que se mantiene fiel a los modos de antaño: vinificación en madera y una larga crianza en viejas barricas, hasta que la Viura comience a dibujar una elegancia inusitada, propia de los grandes blancos del mundo. Que su añada más reciente sea la de 1993 lo dice todo: se trata de un blanco ajeno a las modas, elegante y exótico, que debería ser expuesto en los museos.
 La botella de Marqués de Riscal cosecha de 1958 se abrió con unas tenazas al rojo vivo y no con un sacacorchos, tal como mandan los cánones. 
Después se presentó el primero de los grandes tintos: el Marqués de Riscal 1958. Un vino histórico que sólo puede conseguirse en las polvorientas cavas de Laguardia o en una subasta. Como mandan los cánones, el del 58 no fue descorchado de la manera tradicional, sino degollado con unas tenazas al rojo vivo (el lector queda advertido: no pretenda repetir esta operación en casa). Una vez en copa, se mostró un poco cerrado, pero aún vivo y con muy buena evolución. En todo caso, es una etiqueta para disfrutar desde una perspectiva histórica, como bien señaló Marie Louise Banyols, jefa de Producto de Lavinia: «No lo puedes beber como si fuera un vino de los que están en el mercado. Hay que degustarlo pensando en la historia, en la gente que lo hizo, en la tierra de donde viene. Es entonces cuando comprendemos que es una referencia con raza y categoría». Fue acompañado por una tarta de boletus.
Más info  | www.lavinia.es

Fuente     | Fuera de Serie