LUXURY SPAIN
Un tesoro en el centro de Cáceres
La prodigiosa colección de vinos reunida por José Polo encuentra un espacio a su altura en el hotel-restaurante Atrio. El edificio ha recibido el premio FAD de Arquitectura.
El problema era que la suntuosa bodega que con buen tino y paciencia ha reunido José Polo -copropietario de Atrio, junto al cocinero Toño Pérez- a lo largo de más de tres décadas no lucía como debía, oculta en reductos separados, repartidos entre las tres plantas del viejo Atrio.
Afortunadamente, esto ha cambiado. Polo y Pérez han apostado por crear, en el centro histórico de Cáceres, uno de los más exquisitos hoteles gourmand de Europa: un Relais & Châteaux con nueve habitaciones y cinco suites, además del restaurante. Ha sido proyectado por los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, con líneas modernas y sosegadas, que ponen en relieve el valor del entorno, el mobiliario danés y la colección de arte de los dueños de Atrio, que cuenta con obras originales de Antonio Saura, Andy Warhol y Georg Baselitz, entre otros. El edificio es una joya peculiar, que ha recibido el prestigioso premio FAD de arquitectura en su última edición.
¿Y qué fue de la fabulosa bodega del restaurante?, se preguntará el lector enómano. Aquí ha encontrado su espacio ideal. Instalada en el sótano del edificio, tiene baldas de madera -y luces en cada nicho- para albergar unas 35.000 botellas, de las 3.000 referencias de 20 países que constituyen la carta de vinos de Atrio.
El súmmum del conjunto -valorado en más de dos millones de euros- es la ‘capilla’, que reúne la mayor colección de Château d’Yquem jamás soñada: más de 70 añadas, desde la inhallable 1806 hasta el accidentado de 1900, que tuvieron que llevar con urgencia a Burdeos porque la botella se rompió horas después de adquirirla en una subasta en Londres. Además de los untuosos vinos de Yquem, en la bodega hay muchas otras joyas: verticales de los Premier Cru classés bordeleses, viejos Petrus, champagnes venerables y lo más preciado entre los españoles como el Vega Sicilia 1918.
La calidez con la que los propietarios de Atrio reciben a sus clientes invita a animarse a descorchar alguno de estos vinos míticos. De modo que, señores y señoras, pasen y beban.